MACAU Y HONG KONG: CHINA EN PORTUÑOL Y CHINA NYC



 
Macau y Hong Kong: China en portuñol y China british
Por Josefina Winograd (texto y fotos)
 
China en portuñol (salvo el típico ¡pay now!)
Siguiente destino: Macau. ¡Me fui al futuro! Fue un shock pasar de las montañas de Myanmar, comiendo shan noodles todo el día, rodeada de gente amable, que sonríe y busca charlar, a la ciudad del neón y los casinos. Del aeropuerto tomé un colectivo hacia el hotel. La gente me empujaba sin siquiera poner cara de lamentarlo. Entiendo las diferencias culturales, ¡y me encantan!, pero hay principios de la física que no son relativos: si me empujás de esa manera, cuando no hay espacio, me voy a caer al piso, ¡idiota!. Llegué al antro-hotel a las 10 de la noche. La recepción parecía un prostíbulo sin clientela, en los pasillos se escuchaban gritos permanentemente, el alfombrado del cuarto daba arcadas, al baño le faltaba colocar la mitad de los azulejos, las lámparas estaban rotas y caídas, y un cartel en la puerta de mi cuarto decía que no se hacían responsables de lo que me pasara si no cerraba con doble traba. Dudé en emprender la búsqueda de otro hotel bajo la lluvia torrencial, pero teniendo en cuenta los precios estrafalarios de Macau, no existían muchas chances de encontrar algo mejor con ese presupuesto. Decidida a aceptar mi posada, bajé a hacer el check in. La mujer del mostrador, luego de darme las llaves de mi celda, me ordenó: «¡pay nowwwww!». Frase célebre en China.
 

La huella colonial portuguesa en Macau
 
Superada mi experiencia de pernoctar en un calabozo-burdel, me predispuse a conocer la ciudad. Descubrí que Macau era un lugar muy curioso y que valía la pena ser recorrido. Es fascinante poder comunicarse con chinos en portuñol, y contemplar la arquitectura que combina edificaciones coloniales portuguesas y puentes futuristas.
Entre Lisboa y las Vegas
Tengo que admitir que aterricé en Macau simplemente porque el pasaje era el más barato. Después de varios meses viajando, sabía que los cambios de planes casi siempre traían buenas sorpresas. Macau fue una de ellas. Colonia portuguesa por más de cuatro siglos, fue devuelta en 1999 a China, y ahora es una región administrativa especial. Con sólo dos días me bastó para sentirme en casa por momentos, y no entender absolutamente nada de lo que estaba pasando. Es que Macau es una mezcla. Es el único lugar en donde experimenté esta sensación.
 

Macau es una mezcla, tiene algo de chino, algo de portugués, y algo de Las Vegas
 
Conviven antiguas familias, que hablan portugués, con familias chinas que hablan solamente mandarín. Esto se nota no sólo en el idioma, sino también en las formas y las comidas. Te encontrás con la señora que te pregunta desde su balcón «¿onde voce quer ir?», con una sonrisa, así como también la recepcionista del hotel que para cobrar una estadía, te grita sacada: «¡paaaay noooow!». Conviven edificios coloridos y faroles coloniales con casinos, neones y puentes zigzagueantes, que superan ampliamente a las Vegas. Es muy raro y vale la pena verlo. Fue mi primer contacto con el mundo chino, un gran amortiguador para la China real que me esperaba.
Un tal Sven resultó el mejor anfitrión en Hong Kong
Unos días antes de volar a Macau recibí un mail de un tal Sven, preguntándome cuándo llegaba a Hong Kong. No tenía la menor idea quién era, pero de todas maneras respondí de lo más amorosa, como si tuviera perfecto registro de la situación. Obviamente lo conocía, pero no había retenido su nombre. Combinamos encontrarnos en la puerta de mi hotel, y en el instante que se paró frente a mí, me acordé perfectamente de quién se trataba. Sven era un alemán que trabajaba ahí hacía dos años y con quien había compartido una comida en Inle Lake, Myanmar; y resultó ser el mejor anfitrión de Hong Kong.
NYC con ojos rasgados y colectivos ingleses de dos pisos
Una vez más, tenía que esperar que se resolvieran trámites burocráticos: esta vez se cocinaba la visa para China. Por suerte, entre las playas de Hong Kong y la compañía de mi flamante guía turístico, el tiempo voló. Durante una semana hicimos programas divertidos y pude conocer los alrededores de la isla.
 

En Hong Kong todo es para arriba
 
A tan sólo veinte minutos de la ciudad, el paisaje cambia radicalmente, se pone verde, se oxigena. Es parecido a NYC, con su cosmopolitismo, los rascacielos y el desorbitado precio de la tierra; pero sólo que con ojos rasgados y reminiscencias de la época de la colonia inglesa: colectivos de doble altura, tranvías, y gente súper elegante.
Chanel, Dior, Gucci, Rolex, Apple y la gente que arrasa con todo
Permanentemente mirás para arriba y no te deja de impactar. Todo es para arriba, ¡hasta el cementerio! En el centro y no tan centro, todo es mall, y adentro de cada uno hay un Chanel, un Dior, un Gucci, un Rolex, un Apple, y así podría seguir un buen rato. No exagero, no se puede creer la cantidad de estas tiendas. Parece un exceso, sin embargo hay un consumo que lo avala. La gente compra sin parar. Los chinos vienen a Hong Kong, porque es más barato, y literalmente arrasan.
 

Mega local de Apple en Hong Kong, una ciudad en la que se vive una fiebre de consumo 
 
Comer en el metro, gritar, empujar: los chinos irritan a los hongkoneses con sus costumbres
La «colonia de Hong Kong» fue devuelta por el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda a la República Popular de China en 1997, y declarada Región Administrativa Especial. La conformación de esta colonia se desarrolló en varias instancias. El primer territorio cedido a la corona inglesa fue la isla de Hong Kong luego de la Primera Guerra del Opio (1841). La península de Kowloon y los Nuevos Territorios se entregaron en 1865 y 1868 sucesivamente. El Reino Unido unió estos territorios bajo el nombre de «Colonia de Hong Kong». Actualmente, luego de quince años de haber sido devueltos estos territorios a China, la situación política es algo tensa. Hay manifestaciones diarias contra el gobierno chino, que la mayoría de los ciudadanos sienten como una imposición.
Otra de las consecuencias de esta historia es que los chinos y los hongkoneses tienen formas y costumbres muy diferentes y no siempre la convivencia resulta sencilla. Todos los días se presencian discusiones con altos niveles de violencia entre turistas o residentes chinos y hongkoneses. Si bien mi dominio del mandarín es nulo, eran bastante evidentes los tópicos de los altercados: chino comiendo en el metro (es ilegal en HK), chino gritando, chino empujando, chino parado del lado rápido de la escalera mecánica, chinito defecando en un árbol, etc.
En la próxima entrega, me lanzo a China tierra adentro.