¡Esa no era yo!


Cuando me entregaron la medalla de honor no lo podía creer, se me aflojó el cuerpo: felicidad pura.
 

¡Esa no era yo! Por Agustina de Alba.

En las EAS (Escuela Argentina de Sommeliers) para recibirte, además de aprobar los parciales y finales de cada cuatrimestre, tenés que dar un examen final integratorio de todos los temas que viste y rendiste durante dos años de cursada. A eso, se suma un examen oral de servicio (cata, decantación, y rol play sommelier/cliente en un restaurant, e idioma). El título es otorgado por la EAS y la Escola Universitaria de Hoteleria i Turisme (CETT) de Barcelona .
Esto es lo más temido por todos porque el examen lo toman las directoras de la EAS más “los españoles”. Así los llamamos nosotros a Juan Muñoz y Agusti Torello, una vez que “aprobáis”, publican, y luego derecho, si tenés suerte y te rompiste el alma estudiando…¡A la graduación!
Bueno, yo la verdad, nunca fui «la traga», ni «la nerd» ni en el colegio ni en ningún lado, pero para este examen no paré de estudiar: empecé en agosto para rendir un 10 de diciembre. Horas y horas de estudio. Juntarme en grupo me ponía nerviosa, me hacía sentir que no sabía nada. Tenía una compañera que hablaba francés y chino mandarín, la otra portugués , la otra italiano y yo apenas podía manejar mi inglés. Listo. ¡Me doy por muerta!
Como energéticamente me hacía mal estudiar en grupo, decidí estudiar sola , en mi casa encerrada. Hacía mapas de las regiones del mundo, les pegaba post it, el amarillo era para el post it del queso de esa región, el post it verde para la DO (denominación de origen) de aceite de oliva, el fucsia era para la DO de vinos y así.
 

«Bueno, yo la verdad, nunca fui «la traga», ni «la nerd» ni en el colegio ni en ningún lado, pero para este examen no paré de estudiar: empecé en agosto para rendir un 10 de diciembre. Horas y horas de estudio. Juntarme en grupo me ponía nerviosa, me hacía sentir que no sabía nada. Tenía una compañera que hablaba francés y chino mandarín, la otra portugués , la otra italiano y yo apenas podía manejar mi inglés. Listo. ¡Me doy por muerta!»

 
En el medio de todo esto, el 26 de noviembre, una de mis mejores amigas cumplió años, y un 12 de diciembre luego de haber rendido, me reencuentro con ella y tuvimos este diálogo (por mí parte, indignada):
– mirá las fotos de mi cumple
– ahhh bueee, ni me invitaste
– ¿Qué?
– no me invitaste
– ¿Te acordás que te invité y me dijiste no pienso salir de mi casa hasta rendir?
– ¡Jajaja, no era yo!
Sólo pensaba en estudiar pero no esperando un resultado sino para entender más y más. Llegó el día de la graduación, mis maestras (son más que profesoras), mis compañeros, futuros colegas, gente del mundo del vino, mi papá , mi amiga Laurita. El resto de mi familia no había podido entrar por la cantidad de gente que había y lo seguía por teléfono.
Entonces ahí anunciaron a las medallas de honor. En ese momento entregaban dos medallas, ya dentro de la carrera tenías dos títulos: cava o cava y restaurant. No voy a entrar en detalle pero entregaron dos medallas, y ahí estaba Fernanda diciendo: «la medalla de honor de la cosecha 2007 es para Agustina de Alba».

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Con una de mis queridas «maestras» (que es más que decir «profesoras»)
 
Ah, no, no, no. Ahí morí, se me aflojó el cuerpo, se me caían las lágrimas, lo miro a papa y lloraba. La miro a Pepa y lloraba y mis compañeras Mariana y Flor también lloraban y me decían dale Agus, tenés que subir. ¡Cómo habrá sido ese momento que mientras escribo este post se me vuelven a humedecer los ojos!
Y wow: a los tres días tenía contrato de trabajo por temporada en Los Notros, tenía que tomarme un avión e irme a vivir frente al glaciar Perito Moreno. Esto recién empezaba.